La crisis del coronavirus ha provocado una agitación económica sin precedentes.
Todo apunta a que el parón que se ha producido en la economía para limitar la extensión de los contagios va a tener unas repercusiones de enormes proporciones a nivel mundial.
Sectores tan importantes en España como el turismo o la hostelería han tenido que cerrar durante muchas semanas. E incluso ahora —que estamos iniciando la “desescalada”—, la situación sigue presentándose especialmente complicada para bares y restaurantes, que no tendrán otra opción que implementar medidas especiales de seguridad para evitar nuevos rebrotes de la pandemia.
Pero la realidad es aún más compleja, puesto que hay sectores primarios como el de la pesca, que dependen en gran medida de la hostelería. Esto quiere decir que si los restaurantes cierran, los pescadores tendrán muchos excedentes difíciles de comercializar en el canal de consumidores particulares.
Nos encontramos, por lo tanto, en un momento en el que es más necesario que nunca reinventarse y adaptarse a los nuevos tiempos, ya que esta crisis —al menos para la hostelería— va a ser larga y complicada.
Si el cliente no puede comer pescado ni marisco en su restaurante favorito, entonces será necesario llevárselo hasta su casa, para que siga disfrutando de esos manjares en su estado más óptimo (algo para lo que nuestros conservantes para pescados y mariscos son más necesarios que nunca).
En este artículo vamos a hacer un repaso a las formas más novedosas que algunas empresas del sector están empezando a implementar para vender sus productos directamente a los consumidores finales.
El sector pesquero no ha dejado de trabajar en ningún momento
Lo primero que hay que destacar es que el sector pesquero lleva al pie del cañón desde que comenzó esta crisis sanitaria.
Aunque algunos armadores han tenido que amarrar una parte de sus barcos, las flotas no han dejado de faenar en ningún momento y se han adaptado a esta nueva realidad estableciendo medidas adicionales de seguridad (para proteger a los trabajadores).
Esto quiere decir que en ningún momento se ha producido desabastecimiento, ya que los consumidores finales han podido comprar a través de sus pescaderías habituales todo tipo de productos procedentes del mar.
Sin embargo, la demanda ha caído en picado. Tanto los restaurantes como los bares, los hoteles y los colegios —los grandes consumidores de pescados y mariscos— llevan sin poder abrir desde hace más de 50 días. Y eso ha provocado un exceso de stock que ha empujado a la baja los precios de venta para pescadores y mayoristas.
Para darle salida a este exceso de oferta, las lonjas se han visto obligadas a derivar todos esos excedentes hacia los particulares. Pero para hacerlo han tenido que transformar sus canales de distribución habituales. Y ese es el gran reto al que tienen que enfrentarse los productores.
Este tema es crucial para el sector. De que se resuelva correctamente depende la supervivencia de muchas cofradías de pescadores, que no tendrán otro remedio que amarrar sus flotas, si no logran encontrar una solución.
Las buenas prácticas del sector
Varias empresas del sector han sabido adaptarse a toda velocidad a las nuevas formas de comercialización.
Las que han podido, han montado páginas web para vender los productos directamente por Internet, mientras que otros negocios han visto que es posible vender pescado y marisco —tanto fresco como congelado— por teléfono o por WhatsApp, ya que el valor añadido se produce en el reparto a domicilio.
De hecho, muchas plazas de abastos y pescaderías de cercanía han creado sistemas de reparto a domicilio para que sus clientes puedan seguir disfrutando de sus pescados favoritos sin salir de casa.
Vender pescado a través de Internet
Mucha gente podría pensar que es complicado comprar pescado sin ver la apariencia que tiene.
Pero la crisis del coronavirus ha terminado con las reticencias de muchos consumidores de pescado, que han visto como el servicio online de venta de pescado cumple con todas las garantías.
De hecho, algunas asociaciones sectoriales han creado tiendas online para dar salida a todo ese producto que se estaba quedando en las lonjas porque los bares y restaurantes no estaban pujando por ellos. Y las webs que ya estaban operativas antes de esta crisis han notado grandes incrementos en tráfico y pedidos.
Lo más llamativo es que muchos de esos pedidos proceden de clientes nuevos, que nunca habían comprado pescado online hasta ahora.
Los pedidos a domicilio, más necesarios que nunca para evitar contagios
Cuando comenzó el confinamiento, la gente se lanzó en masa a comprar productos de primera necesidad como papel higiénico, lejía, arroz, pastas y legumbres.
Pero conforme se fueron alargando los plazos del aislamiento, los consumidores empezaron a pensar que también necesitaban comer pescado en su dieta, así que las visitas a las webs especializadas aumentaron mucho.
Las pescaderías de toda la vida han recuperado un formato más sencillo y clásico: el de las ventas por teléfono. En muchas de ellas se aceptan pedidos incluso hasta por WhatsApp.
Y en lugar de que el cliente se acerque hasta las tiendas a recoger sus compras, han establecido sistemas de reparto a domicilio, con la posibilidad de pagar con tarjeta incluso en la misma puerta de casa.
Es evidente que la gente no quiere dejar de comer pescado, pero muchos tienen miedo de terminar contagiándose si tienen que ir hasta la pescadería. Por eso cada vez son más los establecimientos que ofrecen el servicio de entrega a domicilio para todo tipo de pedidos.
A la entrega a domicilio también se han apuntado empresas mayoristas que hasta hace unas semanas solo se dedicaban en exclusiva al canal HORECA (Hostelería, Restauración y Catering). Pero el descenso de ventas les ha llevado a aceptar también pedidos más pequeños para repartirlos casa por casa.
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